Monseñor Mario Rebollo Bravo:

Usted ha sido una de las personas escogidas para divulgar el siguiente mensaje de protección divina a través de su jerarquía eclesiástica.

Monseñor:

Sin distingos de religiones ni posición humana, le entregamos este mensaje. Debido a tanta violencia y desastre humano, y a las realidades que se han ocultado, nosotros, los Seres del Espacio nos hemos visto afectados desde hace muchos siglos. La Creencia del hombre de su sola existencia en el universo constituye una falsedad y un engaño creados por él mismo.

Vamos a detener la violencia y la corrupción, ya que por el dinero hay odio, engaño y traición a la Integridad Divina en ustedes mismos. Poco a poco tocaremos la dignidad de los seres humanos para que seamos entendidos y escuchados.

Todo ser humano debe ser respetado. El Creador del Universo fue solo Dios, nuestro fundador.

El hombre tiene una enfermedad en la mente, que es la avaricia y el hambre de poder. En estas palabras damos claridad para que, como jerarca de la iglesia, las expida a toda la humanidad.

Deben comenzar por detener los inventos de armas químicas y nucleares, y la irrupción de nuestros espacios sagrados. Contrario al avance que dice tener el hombre, no habrá ciencia humana que detenga las enfermedades y las pestes que el hombre mismo ha creado, y que seguirán aumentando día tras día.

Como Hermanos del Espacio, trataremos de irrumpir para detener la destrucción humana, por la divinidad de cada uno de ustedes y de nosotros. Si los humanos nos escuchan, y somos entendidos, reinará la paz y la felicidad como en aquel Paraíso de hace muchos siglos atrás. Si no nos escuchan, seguiremos tratando de que nos entiendan, con más autoridad de nuestro Creador.

Con su propia corrupción, el hombre está destruyendo la Tierra. Ya ha desnivelado su eje central. Por esto, ella comenzará a moverse con mayor intensidad para defenderse de los ataques del hombre. Algunas extremidades sentirán más el dolor y empezarán a verse y oírse sus lamentos.

Este ser humano fue preparado por nosotros, como muchos más, hace siglos atrás, para cumplir la misión encomendada. Día a día su mente estará más abierta a la luz de la realidad, para el bien de la humanidad. Habrá quienes lo maltraten por el odio de sus mentalidades, y traten de trasladarlo al estado que los hombres llaman muerte. Pero nosotros estaremos acompañándolo en su vida terrenal.

Unos oirán y otros no creerán. Pero ay de aquellos que ni oigan ni crean. Tendrá facultad para hablar y les dirá por qué estamos cerca de los hermanos de la Tierra. En él está y se oirá nuestra voz.

Creador, 24-25. Paz. Felicidad. Integridad Divina.

Hermanos del Espacio.